Estoy contentísima porque por fin puedo decir que he acabado la
carrera, yupi!
Estuve ensayando la defensa varias veces, incluso el día antes
me citó mi director para hacer un simulacro por Skype, cosa que me ponía muy
muy nerviosa, pero lo hice.
La tarde de antes decidí olvidarme de la defensa, sólo me repasé
un poco el trabajo antes de ir a dormir y ensayé por última vez el PowerPoint,
la verdad es que al final me salía realmente bien, me lo sabía casi sin mirar,
ponía ejemplos y lo llevaba bastante bien, pero mis miedos de quedarme en
blanco seguían ahí.
Finalmente llegó el gran día, tenía la defensa a las 13 h en
Barcelona, estoy a hora y media de allí así que quería salir con tiempo. Me duché
tranquilamente, me arreglé, me puse mi traje de chaqueta y pantalón negro, una
camisa, mocasines y maquillaje natural. Estaba tranquila.
Llegué al hotel donde tenía mi última prueba, había dos salas de
defensa, la de los masters y la de los grados en magisterio, llego a una sala
blanca, con unos sofás y me quedo de piedra, todo repleto de cupcakes,
cakepops, croisants, café… ¿esto es para nosotros, un premio a tanto
sacrificio? ¡Qué detalle!, pensé, con lo cara que es esta universidad
finalmente han tenido un detalle. Pero como ya empezaba a estar nerviosilla no
cogí ninguno, me siento y espero a que me llamen.
Allí conocí a un chico que también esperaba para defender, estuvimos
hablando y al rato empezó a salir gente de una sala enorme y se pusieron a comer
los pastelillos, eran para un congreso, no para no notros, ¡vaya!
Después de casi una hora esperando por fin me vienen a buscar y
me llevan a la sala “de la tortura”, me esperaba una sala grande pero no, era
pequeñita, había una mesa alargada donde se encontraba mi tribunal, casi pegada
una mesita mini donde había un notebook y, en frente, una pantalla grande donde
se vería mi presentación. Cada miembro del tribunal se presentó, di las gracias
por darme la palabra y sin más empecé con mi exposición, tenía miedo de pasarme
del tiempo (15’) así que inconscientemente me puse a casi leer las diapositivas,
iba mirando al tribunal y de vez en cuando haciendo algún comentario extra. Por
fin acabé.
Cada miembro me felicitó, hizo una valoración (todas positivas)
y cada uno me hizo varias preguntas, yo ya estaba relajada, sonreía y
contestaba, luego me di cuenta de que algunas preguntas me las pasé por el
forro pero no era mi intención, los nervios me hicieron seleccionar y responder
a lo que pude, pero creo que no lo hice mal del todo. Me dieron las gracias y
me hicieron salir de la sala para deliberar la nota.
Esperé.
Y esperé.
Por fin se abrió la puerta, me hicieron pasar, me volvieron a
decir cosas muy buenas de mi trabajo, de mi esfuerzo, de la originalidad del
tema… yo no me lo creía, de verdad, era mucho mejor de lo que aparecía en mis
sueños, y finalmente llegó el momento de darme la nota…tachán tachán… un 9,
sobresaliente!!!!!!!!
Me quedé con la boca abierta y los ojos se me salían, se me
empezaron a humedecer y casi estaba a punto de caerme una lagrimita, me esforcé
mucho por controlarme y lo conseguí, pero estaba tan emocionada que no podía
creerlo, no podría haber ido mejor.
Después empiezas a recordar y te das cuenta de fallos y aspectos
que podrías haber mejorado, pero la cuestión es que ya estaba todo hecho, había
acabado.
Tengo que agradecer enormemente la dedicación de mi director, ha
sido un poco bastante perfeccionista y machacón, pero sé que lo ha hecho con
toda su buena intención y lo agradezco, ya que me ha ayudado a mejorar, a
superarme y a apuntar alto, ha confiado en mí y me ha animado, sin él no habría
conseguido esa notaza.
También tengo que reconocer que mi tribunal fue muy amable, eran
tres hombres y con los nervios no me enteré de sus nombres, pero en ningún
momento me sentí intimidada, al contrario, se mostraron cercanos y fueron muy
agradables.
Tampoco me voy a olvidar de mis compañeras de uni, han sido un
gran apoyo en todos los sentidos y sé que esta amistad va a continuar y vamos a
seguir haciendo barbacoas, cafés, salidas...
Tampoco voy a olvidarme de unos cuantos profesores que me han
motivado muchísimo, me han contagiado su entusiasmo, así como mis tutores, que
no me han dejado sola ni un minuto, con emails y llamadas constantes,
arropándome siempre que lo he necesitado.
Empecé toda esta aventura con miedo y entusiasmo, era un gran reto
hacer tantas asignaturas en tan poco tiempo, pero lo que parecía una locura al
final fue una buena y meditada elección, no me arrepiento y lo volvería a hacer
una y otra vez.
Ahora os tengo que dejar pero no me despido porque este blog CONTINUARÁ.
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